El símbolo internacional de Cartagena, una de las ciudades más famosas de Colombia, es un cordón de murallas que ha separado a la gente desde su construcción en el siglo XVI: primero entre españoles y piratas, luego entre blancos y negros y ahora entre turistas y cartageneros.

Hay cartageneros que nunca han ido a la ciudad amurallada, y muchos otros pueden llevar años, o décadas, sin haber pisado el barrio que les da reconocimiento mundial.

“Es como los parisinos, que no van a la Torre Eiffel”, justifican algunos. Con la diferencia de que las murallas rodean el centro de la ciudad: la sede de varias universidades y de un Estado que muchos acá ven como ajeno.

En 1984, estos 11 kilómetros de muralla al borde del mar Caribe fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En 2005, San Basilio de Palenque, un pueblo a 50 kilómetros conocido como el primer asentamiento libre de esclavitud de América, obtuvo el mismo reconocimiento.

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